Católico y
joven. Dos palabras que a las luces de esta época suenan a oxímoron. Tan
incompatibles como agua y aceite. Más raras que un español aficionado al beisbol. Tan reales como mi vida. Que
eso soy –o al menos trato-: un joven de este tiempo que profesa fe católica. Y así me va.
No hay comentarios:
Publicar un comentario